El Arte de Ayudar

lunes, 31 de mayo de 2010 0 comentarios
Conferencia  Bert Hellinger– 23 de octubre de 2003 - Londres

Para empezar esta conferencia, me gustaría comentar algo sobre la ayuda y también sobre el “Arte de Ayudar”. Estas dos formas de ayudar se basan en diferentes enfoques. Ayudar suele ser algo muy natural; todos sabemos por experiencia propia qué es sentirse ayudado, especialmente cuando proviene de nuestros parientes. La ayuda que recibimos de ellos es algo que emerge del corazón de forma natural porque les “llena” hacerlo. Ayudar nos llena y nos realiza. Y debido a que alguna vez nos han ayudado, queremos ayudar a los demás y lo hacemos, por supuesto, cuando somos adultos, cuando tenemos hijos y cuando servimos a personas que lo necesitan.



Muchas veces, la ayuda encubre una necesidad de equilibrar o compensar algo. Debido a que hemos recibido cosas buenas y ayuda de los demás, queremos equilibrarlo y compensarlo ayudando a los demás. Existen dos formas diferentes de restablecer el equilibrio. La primera se da cuando damos a alguien algo de igual valor que lo que nos devuelve, de esta manera se mantiene un cierto equilibrio en la relación. Por ejemplo, las parejas se equilibran dando y recibiendo de otra manera, lo hacen de una forma sorprendente porque se aman mutuamente. Generalmente, cada uno da al otro un poco más de lo que ha recibido y, de esta manera, el intercambio crece y se vuelven cada vez más felices.



En cambio, en relación con nuestros padres nunca podremos sentir el equilibrio y devolver lo que hemos recibido; no podemos alcanzar el equilibrio en relación con nuestros padres. Hemos recibido tanto de ellos que nunca se lo podremos devolver en la misma cantidad. Aún así, existe una forma de restablecer el equilibrio: dando a otros lo que hemos recibido de ellos. En la actualidad mucha gente que trabaja de forma profesional en el campo de la ayuda, se sienten impulsados a dar a los demás lo que han recibido de sus padres. Esta acción puede ser vista como gesto bueno. Pero, la pregunta es: si lo que ellos transmiten se puede considerar realmente una ayuda. Por supuesto que ayuda al terapeuta, pero queda por determinar si esa actitud ayuda realmente al cliente. Esta es un pregunta importante para reflexionar.



En su trabajo, muchos profesionales que se dedican a la ayuda aplican en el campo terapéutico las formas que aprendieron en su casa con su familia. Sentimos empatía o simpatía por los demás y queremos transmitir y dar lo que hemos recibido. Pero en el campo de la ayuda profesional esa actitud puede ser muy peligrosa. ¿Por qué? Si ayudamos a la gente de esta manera nosotros nos sentimos grandes y ellos pequeños. El cliente trae una necesidad y nosotros se la cubrimos. De esta manera, se crea una relación muy sorprendente. Esa relación es la llamada “relación terapéutica” de la que a veces me pregunto si realmente es terapéutica. Si alguien viene con una necesidad, éste crea una transferencia hacia el terapeuta, como lo hace un niño hacia los padres. Y el terapeuta crea una contra transferencia y se comporta como un padre o una madre. En muchas escuelas de psicoterapia, esta forma de relación se valora altamente. Pero cuando miramos hacia la familia en general, podemos ver que después de algún tiempo de vivir con los hijos, los padres no llenan las todas las necesidades y no les dan todo lo que ellos necesitan. Frustran a sus hijos y de esta manera estos se enfadan a la ves que empiezan a independizarse. Así, la frustración de obtener la ayuda que uno espera es un paso importante para el crecimiento personal. Actualmente, muchos terapeutas cuando entran en la “relación terapéutica” se sienten como un padre o una madre hacia el niño, manifiestan una empatía similar a la del padre con el hijo y debido a esa actitud impiden el crecimiento del cliente.



Las “relaciones terapéuticas” no pueden llegar a buen término. ¿Por qué? Muchos de los que buscan ayuda en psicoterapia, esperan que el terapeuta les de algo que han perdido cuando eran niños. Así, repiten lo que experimentaron cuando eran niños y buscan y piden por aquello que solo los padres pueden llenar. Pero sucede que en una “relación terapéutica”, muchas veces el terapeuta se comporta como un padre o una madre mejor que los del cliente, especialmente si este se queja de sus padres y de la niñez que tuvo. Así, el terapeuta al sentirse como un padre o madre mejor que los biológicos, se convierte en un enemigo del cliente, porque en el fondo de su corazón éste se siente fiel a sus padres. Lo que el cliente espera es que al finalizar la terapia, encuentre el camino de regreso a sus padres. Solamente cuando esa unión con los padres se restablezca y se profundice se sentirá colmado en su alma.



He observado que no hay ningún secreto en esto. Muchos niños intentan ayudar a sus padres y se sienten grandes cuando lo hacen. Repentinamente se comportan como padres y tratan a sus padres como hijos. Esta es una inversión de la verdad. Lo he visto y lo pueden comprobar por ustedes mismos. Cuando el terapeuta se comporta en el campo de la “relación terapéutica” de la manera que he descrito, éste se comporta de forma superior frente a sus propios padres. Y repite el mismo comportamiento que experimentó como niño dentro de la “relación terapéutica”. Esta es la razón del porqué estos terapeutas tienen dificultad a poder trabajar el asunto de un cliente que tiene problemas con los padres.



¿Qué puede conseguir este tipo de ayuda? Tengo una curiosa observación. He tratado con mucha gente y he notado que existe solamente un problema: ellos perdieron a sus padres. Sus problemas existen porque perdieron la conexión con sus padres. Quien ha perdido la conexión con sus padres se siente disminuido, siente la falta de algo importante porque la vida nos llegó a través de nuestros padres y sólo si estamos en paz con ellos, si los respetamos, podemos tomar de ellos la vida en su totalidad.



¿Cuál sería el movimiento terapéutico que ayudaría al cliente a encontrar el camino hacia sus padres, especialmente hacia su madre? La terapia simplemente se centra en acompañar al niño/a a casa de sus padres. ¿Y cómo podemos realizarlo? Sólo si el terapeuta respeta a los padres del cliente, si los quiere y les da un lugar en su corazón. De esta manera, si un cliente viene a la consulta para quejarse de sus padres, no habrá posibilidad de que él venza al terapeuta o de que el terapeuta se ponga en contra de sus padres. De esta manera, la “relación terapéutica” de la que hablé anteriormente resulta imposible. Esta actitud forma parte de “Arte de Ayudar”. Cuando realmente lo comprendemos, cambia nuestro comportamiento en el sentido de que padres e hijos vienen juntos y el terapeuta no es superior a ninguno de los dos. De hecho, él ocupa el tercer lugar en esta relación. Primero están los padres, luego los hijos y por último el terapeuta. De esta manera, se ponen las cosas en su lugar y el terapeuta descansa en un sitio seguro. Pero todo esto el terapeuta lo puede lograr solamente si ha dado un lugar en su corazón a sus propios padres.



Para daros una idea de cómo podría ser lo que estoy diciendo, voy a proponeros un meditación. Cierra lo ojos y te ves frente a tus padres y miras a tu madre y a tu padre. Y detrás de ellos ves a sus padres, y detrás de sus padres a los otros padres, muchas generaciones, quizás miles de generaciones. Y la vida fluye por todos ellos. Ninguno puede añadir algo, ninguno puede quitar nada a la vida. Simplemente reciben la vida y la pasan. Recibiendo y dando la vida todos son perfectos. Ninguno de ellos es mejor, ninguno peor. No importa como fueron, porque en cuanto a dar vida todos somos iguales. Si miramos a nuestra madre y a nuestro padre y nos sentimos como un niño, podremos abrir nuestro corazón y nuestra alma a la vida que nos han dado.



Y podemos decirle: “Gracias. Ahora lo tomo de ti, exactamente como me lo has dado. Y lo tomo todo al precio que pagaste por ello y al precio que tengo que pagar por ello. Vale la pena, cualquiera haya sido el coste. Y ahora haré algo con ello, en tu honor y en honor a la vida que me diste. Y no habrá sido en vano. Todo lo que hiciste por mí, ahora lo tomo con amor. Y si algo faltara, ahora soy lo suficientemente fuerte para hacerlo yo mismo. Tengo suficiente.”

Y ahora nos ponemos con la espalda apoyada sobre nuestros padres y miramos hacia delante, quizás hacia nuestros hijos y nietos y a otras personas a quienes ayudamos a sentirse más llenos en su vida.



Si reconocemos esto, la ayuda puede darse de una forma muy simple. No necesitamos tener muchos conocimientos si recordamos lo esencial del asunto. Aún quiero agregar algo más. Todos somos miembros de alguna familia. Y la familia como una totalidad es movida hacia una cierta dirección por algo que es común a todos los miembros de la familia. Se parece a una conciencia común o alma común del cuál todos forman parte y esta alma los dirige en una dirección. Dentro de la familia y bajo la influencia de esta conciencia suelen suceder situaciones como: que un miembro de la familia sea rechazado, despreciado, olvidado o injustamente tratado. Si sucede una situación como ésta, bajo la influencia de esa conciencia común y ese alma común, un miembro posterior de la familia terminará representando a la persona que fue olvidada, rechazada o injustamente tratada. Así, cuando un cliente viene a solicitar ayuda, él espera ser recibido con empatía. Si el terapeuta mira más allá de la persona individual, y mira a su sistema, su sistema familiar, en primer lugar debe dirigir la empatía hacia los padres del cliente y luego hacia aquellos que han sido olvidados o rechazados, o quienes han sufrido alguna injusticia. Así, el terapeuta desplaza su empatía del cliente hacia los que la merecen en primer lugar. Esta acción tiene el efecto de restablecer el equilibrio en el sistema familiar. De esta manera, todos los miembros de la familia se enriquecerán y serán más felices, incluido el cliente. Así, la empatía al principio se desvía del lugar a quien se tendría que dirigir. Permito que el cliente mire a sus padres y a aquellos que pueden haber sido excluidos. Lo primero que hago es darles un lugar en mi corazón y luego restablezco el orden correcto. Y el cliente también es incluido en este proceso ocupando el lugar correcto. Esta es una “empatía sistémica” y una “ayuda sistémica”.



Cuando me conduzco de esa manera, puede parecer que no tengo en consideración al cliente, pero lo hago solo con los clientes que esperan que me comporte como un padre que les permite que se comporten como personas necesitadas; teniendo la actitud del que espera que los demás hagan algo por ellos en vez de hacerlo por sí mismos.



Y ahora, quiero hablar sobre otro tema. Yo no soy un terapeuta sino soy un filósofo. Antes que nada, soy un filósofo y para mí la terapia y la ayuda es “filosofía aplicada”. No cualquier tipo de filosofía, sino una filosofía al servicio de la vida. Si echo una mirada a mi mismo y a mi familia y miro al mundo desde una perspectiva filosófica, puedo ver que, por ejemplo, en mi cuerpo habita una fuerza que sostiene el cuerpo unido y lo conduce en alguna dirección. Bajo la influencia de esa fuerza podemos crecer, dar vida y estar sanos. Todo en nuestro cuerpo se mueve según ciertas leyes y si no observamos esa leyes podemos enfermar. Esas leyes no vienen del cuerpo. Vienen de algo más grande, porque el cuerpo no puede desarrollar esas leyes por sí mismo. Estas leyes nos son impuestas por algo más grande. A la fuerza que mueve el cuerpo la llamo “alma”. Toda vida está viva; todo lo que vive está vivo porque es impulsado por un alma. La fuerza de vida que nos hace sentir vivos es el alma: las plantas tienen alma, los animales tienen alma, nosotros tenemos un alma. No tenemos un alma personal como tampoco tenemos una vida personal. La vida no nos pertenece. Incluso cuando nos morimos, la vida no muere, simplemente nos abandona y ella continua.



También, el alma no nos pertenece sino que nos posee, y cuando nos morimos nos abandona. El alma es una fuerza que nos permite estar en relación con nuestro entorno de una forma sana. No podríamos vivir si no estuviéramos en relación con nuestro entorno. Nosotros y el entorno estamos unidos por algo común y a ese algo le llamo alma. Platón observó que no podía haber comunicación entre dos personas que se mantuvieran aisladas. Sólo podrían comunicarse y entenderse cuando estuvieran en algo que fuera común a ellos y que estuviera entre ellos. A ese algo le llamo alma. Cada familia tiene un alma común, por ejemplo, podemos ver como algunos miembros de una familia son guiados en una misma dirección por algo que les es común; ese algo es el alma. Más allá de las familias, las naciones, las religiones u otra forma de grupos grandes, éstos están unidos por algo que es común a cada grupo. Para mi, este es el alma.



El alma sólo sigue ciertas leyes. Algunas de ellas las he expresado como “Los Órdenes del Amor”: las relaciones pueden ser satisfactorias si seguimos ciertas leyes. Estas leyes no provienen del alma sino del exterior, porque de lo contrario el alma no las podría seguir. Si tengo que seguir un ley, ésta no puede provenir de mi interior sino del exterior. Lo mismo podemos aplicar aquí. Más allá del alma hay algo que está funcionando y en inglés le podemos llamar espíritu; en alemán le llamamos “Geist”. Aunque la mente humana tiene en ella algo de ese espíritu, también sigue ciertas leyes; está sujeta a esas leyes. Por ejemplo, podemos pensar en la ley de causa y efecto, en el tiempo y el espacio. No podríamos pensar sin esas leyes. Son leyes de las que dispone la mente; debemos seguir esas leyes que son las leyes de la lógica. Debemos seguirlas porque no estamos por encima de ellas.



Sin embargo, más allá de la mente, debe haber algo más grande que no obedece ninguna ley pero las proporciona y las mantiene; estas leyes provienen de ese lugar. A ese lugar le llamo espíritu. Como yo lo percibo, el espíritu es algo creativo. Está más allá de todo lo vivo y se mueve como una fuerza creativa. La fuerza creativa tiene movimiento. No hay creación si no hay movimiento. Por ello, este espíritu que mueve todo lo que existe está siempre en movimiento. La creación está siempre en movimiento. Cuando pensamos de esta manera, podemos ver una importante consecuencia: todo lo que es creativo permanece imperfecto. La fuerza creativa nunca llega a un final; por eso todo lo que viene del espíritu permanece imperfecto. Si buscas la perfección, no podrás estar en sintonía con esa fuerza creativa. Espero no haber ido muy lejos con el desarrollo del pensamiento filosófico. Creo que este desarrollo puede se alimento para el pensamiento.



¿Cómo podemos ponernos en contacto con esa fuerza creativa? Existe una forma de ponernos en contacto con esa fuerza, una manera filosófica de entrar en contacto de modo que podamos llegar a comprensiones que están más allá de nuestra mente y pensamiento. Y ésta es: exponernos a esa fuerza creativa. Los antiguos griegos tenían un nombre especial para expresar la verdad, pero con el tiempo se perdió ese sentido. En la antigua filosofía griega, a la verdad se le llama aletea. “A” significa no y “letea” significa encubierto, escondido. Cuando no hay nada que esté encubierto o escondido, entonces emerge la verdad.



¿Cómo podemos reconocer la verdad? La verdad no está dentro nuestro, pero si nos exponemos al fenómeno, a todo tal cual es, estando de acuerdo con ello exactamente tal cual es y asintiendo a ello exactamente tal cual es, se produce un movimiento interno. Nos vaciamos. Al estar de acuerdo con las cosas tal como son, los deseos, los pensamientos y las teorías se desvanecen por estar de acuerdo con las cosas tal como son y de esta forma nos vaciamos y nos sentimos recogidos. Así, podemos dirigirnos hacia algo que nos es desconocido. Cuando nos salimos de todos los fenómenos que anteriormente he hablado, podemos percibir lo que es esencial. Es como el corazón de una madre, se dirige a lo realmente esencial. Lo esencial no puede verse; se manifiesta en uno de forma repentina como un rayo luminoso y así podemos saber el próximo paso que tenemos que dar. De esta manera, este conocimiento siempre nos ayuda a hacer algo que no podríamos haber hecho antes.



¿Porqué he hablado sobre todas estas cosas? Los artistas han desarrollado esta forma de percibir las cosas. Un artista puede ver lo que los demás no notan. Esta forma que se manifiesta al artista, está más allá de la superficie del fenómeno. Y viene del lugar que llamo espíritu; es una conexión con algo que está más allá de los fenómenos visibles. Y el “Arte de Ayudar” es una ayuda desde un punto de vista filosófico. Cuando me viene hacer algo por el cliente, espero, me expongo a la fuerza creativa hasta que me viene algo de afuera que lo siento como esencial. Si me conduzco de esa manera, realmente puedo ayudar. Esa es la razón de que el “arte de Ayudar” sea una forma de “Filosofía Aplicada”.

Mi Familia es Perfecta

jueves, 27 de mayo de 2010 0 comentarios

Aunque hay opiniones y teorías al respecto, lo cierto es que aun no sabemos si pertenecer a una familia u otra fue nuestra elección individual. Nacemos un día producto del encuentro de dos almas, un padre y una madre, que a su vez nacieron producto del encuentro de los abuelos.

Es un hecho que de ellos nos viene la dicha y el privilegio de estar vivos, independientemente de si los conocí o no, me cuidaron o no, a través de ellos nos viene lo “Vital” y eso es lo verdaderamente esencial como para honrarlos de por vida y tomar con agradecimiento aquello que nos han dado “la Vida”

Todo parte de nuestro origen, nuestra mayor herencia, la familia a la que pertenecemos, la más perfecta con todas las imperfecciones, la más acertada con todos los errores, justo la que el destino tenía prevista para mí, para mi plan de crecimiento.

Y aquí me gustaría compartir una historia:

Durante mi largo proceso de auto-desarrollo he leído muchos libros, he asistido a muchos talleres, terapia, entre otras cosas. Y en alguno de esos encuentros se me dijo que recordara que soñaba yo ser cuando pequeña, que tratara de recordar que actividades me gustaban hacer, que sueños recurrentes lograba recordar durante mi infancia. Pero yo no fui ese tipo de persona que se disfrazara de un personaje, o que soñara ser enfermera, maestra, cantante, nada de eso. Y eso me llenaba de inquietud, será que yo no tendría vocación? me decía.

Pero hay recuerdos que se mantienen a lo largo de los años y son acontecimientos que se comprenden en algún momento de la vida. Yo recordé una conversación que tuve un día con mi padre, él era militar activo, para mí, como para cualquier niña de mi edad, era el mejor, el más inteligente y exitoso. No recuerdo el contexto de la conversación, pero recuerdo perfectamente que le pregunté: papi como descubriste tu vocación de ser militar?, yo esperaba una compleja y elaborada respuesta sobre la patria, el nacionalismo, la guerra, la paz, no sé exactamente cuáles eran mis expectativas, pero recuerdo casi vívidamente la frustración que sentí cuando me dijo algo así como: no hija, yo no tengo vocación militar ni nada de eso, era la forma de tener mis gastos cubiertos, era lo más práctico. Cómo era posible?.

De mi madre siempre percibí, escuché y sentí su frustración por haberse tenido que dedicar a nosotros desde muy joven. Aparentemente no había podido ser lo que quería ser, y digo aparentemente porque aún no sé que le hubiera gustado ser o hacer en su juventud, y no sé si ella pudo saberlo.

Mi abuelita siempre quiso ser pintora, pero “todos se burlaban” y ella no pudo con eso, y al final luego de una promesa decidió no hacerlo más.

En fin, mi familia, mi origen no es un ejemplo de orientación vocacional, propósito, pasión y lucha por los sueños, sino todo lo contrario y asiento a eso, así como es. Esto pudiera ser una razón para lamentarme, molestarme con mi vida, con mi familia; pero ahora lo entiendo y doy las gracias, no pudo ser más perfecto, así como es. Justamente esa es mi área de desarrollo, allí está perfectamente orquestado para mí en ese plan mayor.

Con esta breve historia personal quiero transmitirles que hasta el peor padre del mundo, la familia más disfuncional o el evento más difícil tiene un sentido en nuestra vida, un significado que hay que mirar y tomar.

Otro revelador ejemplo de lo que digo, lo escuche un día en la radio, era una entrevista que le hacían a Mónica Montañés, ella es escritora de teatro y novelas en Venezuela, muy exitosa y extraordinaria, recuerdo una pregunta que le hiciera el conductor del programa, que como era posible que ella a los 17 años sin haber vivido prácticamente nada, pudiera escribir una obra de teatro tan compleja como es “El aplauso va por dentro” y ella con cierta ingenuidad respondió es que yo vengo de una familia terrible, con muchos problemas de relaciones, y yo dije, claro ahí está, la verdad asumida y aceptada con dignidad y utilizada como un verdadero trampolín para el éxito y la libertad.

Y en esto quiero hacer mucho énfasis, porque tenemos solo dos opciones, o lamentarnos sobre cómo fue nuestro pasado y nuestra familia o subirnos en esa trampolín imperfecto y perfecto a la vez y brincar lo más lejos que podamos llegar.


Mi pareja

martes, 25 de mayo de 2010 0 comentarios
El espejo que la vida magicamente me regaló... Gracias mi vida por mostrarme todas mis heridas... y ayudarme a ser cada día un mejor ser humano.



A ti especialmente la promesa....

Yo prometo confiar en ti lo suficiente como para decirte la Verdad y tratarte Amorosamente, con Gentileza y con Respeto. Yo voy a hacer esto en mis pensamientos, en mis palabras y acciones, estando en tu presencia o no.

En cada interacción yo voy a buscar y a reconocer lo mas Alto y lo Mejor en ti según me rindo al Amor, nuestra verdadera naturaleza. Mi conección con mi Fuente y el alimentar mi relación es siempre más importante que cualquier asunto.

Si cualquier cosa que no sea Amor sale, yo nos voy a mantener en mi corazón, voy a escuchar, voy a aprender a hablar y voy a experimentar ser RESPONSABLE por mis propias realidades. Yo estoy aquí para ti y contigo. Yo voy a mantener la comunicación abierta y voy a mantener el Amor consciente, Activo y Presente según nosotros SANAMOS Y CELEBRAMOS ... from http://www.whyagain.com/ de Heartlands

El sufrimiento, el destino y la libertad

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Cómo aceptar que la vida sea digna de ser vivida, a pesar de todo lo adverso que hay en ella, es el tema central del existencialismo. Víktor Frankl afirma que vivir es aceptar con dignidad el desafío que plantea la vida, con su carga de adversidad, y sobrevivir es hallar el sentido de ese sufrimiento.

¿Qué es el hombre, entonces? El ser humano es alguien inevitablemente afectado por su entorno. Sin embargo, el hombre tiene una cierta capacidad de elección, ya que puede conservar un vestigio de libertad espiritual, de independencia mental, incluso cuando se encuentra en circunstancias terribles de tensión psíquica y física. Al hombre se le puede arrebatar todo, salvo una cosa: la última de las libertades humanas, la elección de la actitud personal ante un conjunto de circunstancias para decidir su propio camino.

Aun cuando parezca que las circunstancias son más fuertes, siempre hay ocasiones para elegir si uno va a ser o no juguete de dichas circunstancias, renunciando a la libertad y a la dignidad. Es esta libertad espiritual, que no se nos puede arrebatar lo que hace que la vida tenga sentido y propósito.

El modo en que un hombre acepta su destino y todo el sufrimiento que éste conlleva, la forma en que carga su cruz, le da muchas oportunidades —incluso bajo las peores de las adversidades— para dar a su vida un sentido más profundo. Puede conservar su valor, su dignidad, su generosidad. O bien, en la dura lucha por la supervivencia, puede olvidar su dignidad humana y ser poco más que un animal. Una situación difícil puede proporcionarle la oportunidad de hacer méritos en el camino de la superación.

En todas partes, el hombre se enfrenta a su destino y puede conseguir algo por vía del sufrimiento. Muchas veces es precisamente una situación externa excepcionalmente difícil lo que da al hombre la posibilidad de crecer espiritualmente más allá de sí mismo. La realidad cotidiana representa una oportunidad y un desafío: o bien se puede convertir la experiencia en victoria, la vida en un triunfo interno, o bien se puede ignorar el desafío y limitarse a vegetar.

¿Qué es, en definitiva, vivir? Vivir significa asumir la responsabilidad de encontrar la respuesta correcta a los problemas que se nos platean y cumplir las tareas que la vida nos asigna continuamente. "Vida" no significa algo vado, sino algo muy real y concreto, que configura el destino de cada hombre, distinto y único.

La búsqueda por parte del hombre del sentido de la vida constituye una fuerza primaria y no una racionalización secundaria de sus impulsos, de sus instintos. Sentido no es algo que nace de la propia existencia, sino algo que hace frente a la existencia.

El hombre es una criatura responsable y debe aprehender el sentido potencial de su vida. Lo que se le pide al hombre no es, como en el caso de otros filósofos existenciales, que soporte la insensatez del mundo, de la vida, sino más bien que asuma racionalmente su propia capacidad para aprehender toda la sensatez incondicional de esa vida.

Cada época tiene su propia neurosis colectiva, es cierto. El vacío existencial, neurosis masiva de este tiempo según Frankl, puede develarse como una forma privada y personal de nihilismo, que se traduce a veces en la aseveración de que todo se ha perdido o carece de significación. Es cierto también que cada ser humano es un ser finito, y su libertad está restringida. No se trata, entonces, de liberarse de las condiciones que imponen las circunstancias del mundo, se trata de tomar una postura ante esas condiciones. La libertad, en definitiva, es la capacidad de la existencia humana para elevarse por encima de esas condiciones y trascenderlas.

En definitiva, el ser humano no es una cosa más entre otras cosas: las cosas se determinan unas a otras, pero el hombre, en última instancia, es su propio determinante. Lo que llegue a ser, dentro de los límites de sus facultades y de su entorno, lo tiene que hacer por y para sí mismo. ¿Qué es el hombre, para Frankl? Es el ser que siempre decide lo que es, en medio y a pesar de, las circunstancias. Y lo aclara con una imagen de su propia experiencia: el hombre es el ser que ha inventado las cámaras de gas, pero asimismo es el ser que ha entrado en ellas con paso firme, musitando una oración



El sentido de la existencia sufriente

Comentarios sobre El hombre en busca de sentido, de Viktor Frankl (1946)



Prof. Graciela Barrosohttp://www.luventicus.org/articulos/02A017/index.html



Taller "Los poderosos Lazos de Amor"

miércoles, 19 de mayo de 2010 1 comentarios
Descubramos juntos como “el amor” a veces puede traernos alguna infelicidad, problemas o situaciones difíciles. El “amor” por si solo no es suficiente debe respetarse el “Orden”, los Ordenes del Amor.

Nuevo Taller Terapéutico en Junio 2010

El amor y orden en la Pareja VIDEO

jueves, 13 de mayo de 2010 0 comentarios

 ver VIDEO explicativo sobre los Ordenes del Amor en la Pareja, de Bert Hellinger.
Cortesia de: Gabriel de Velasco de http://www/. centroconstela.com

Constelaciones Familiares VIDEO

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Ver Video explicativo sobre que son las Constelaciones Familiares.
Cortesia de: Gabriel de Velasco de www.centroconstela.com

La relación de pareja plena.

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Por Gabriel de Velasco Vázquez y Valenzuela, Psicoterapeuta Corporal con especialidad en Constelaciones Familiares (Hellinger Sciencia).

No basta con un profundo amor para que la pareja viva en plenitud. Es fundamental que exista orden en la relación de pareja, de otra manera, lamentablemente está destinada al fracaso.

Gunthard Weber en su libro Felicidad Dual habla muy claramente sobre esta ley sistémica que Bert Hellinger sostiene en sus talleres, libros y entrenamientos: el orden sostiene al amor.

Por ejemplo, en un matrimonio predomina la relación de pareja sobre la familia de origen de cada uno de los cónyuges y sobre los mismos hijos. Por otro lado, cuando uno de los miembros de la pareja ya tiene un hijo con otra persona antes de relacionarse con la nueva pareja, el hijo ocupa el primer lugar.

Tanto en los talleres que impartimos como en el consultorio, me he dado cuenta de cómo se rompe el orden y por ende la calidad de la relación se deteriora cada vez en más parejas.

Un paciente me decía hace algunos años que él todas las tardes, al salir de su trabajo, se dirigía a la casa de sus padres a "darles una vuelta" y que no entendía por qué eso le resultaba tan molesto a su mujer "es mi familia..." decía con dramatismo. Y es que esta insistencia de darle prioridad a la familia de origen es esta frase silenciosa que atenta contra el nuevo sistema: “mis padres son más importantes que nuestra relación”.

Quizás algunos lectores podrán decir que hay otros conflictos más importantes que pueden dañar más a la relación, sin embargo, no hay nada más tóxico para la vida conyugal que el orden quebrantado.

Una paciente de 41 años reportaba que su marido le daba la razón en todo a su hija de 15 años, en discusiones familiares la contradecía y la humillaba frente a su hija, quien poco a poco comenzó a ganar terreno como la segunda al mando en casa, eso es un vivo ejemplo de cómo se puede romper el orden en el seno familiar.

Otro factor fundamental para mantener la armonía en la relación de pareja es el equilibrio entre el dar y el tomar; en el momento en el que éste sufre un desbalance comienza a haber conflictos; es necesario actuar de inmediato para lograr la reciprocidad. Bert Hellinger ha observado que por lo general el que recibe más en una relación de pareja, de amistad, de negocios, etc. termina por enojarse con el que dio más y abandona la relación. Esto es cierto y lo he observado con mis consultantes y en la vida misma.

Por ejemplo, un hombre desempleado que es mantenido por su mujer durante un largo tiempo lleva su frustración a al extremo de la proyección, se enfurece con su esposa y abandona la relación porque inconscientemente no soporta este desequilibrio. Tendrá entonces argumentos bien fundamentados para acusar a su pareja de lo que sea antes de reconocer conscientemente su responsabilidad en la situación.

Es vital el mantener el equilibrio entre el dar y el tomar en la relación, si la mujer recibe algo bello de su marido, la mujer le devuelve un poco más, entonces el hombre recibe algo aún más bello y se ve obligado a dar un poco más, así, en un equilibrio hacia el más: un círculo virtuoso de amor. Por el contrario, si el cónyuge le hace un daño a su pareja, el otro debe devolver el daño minimizado; lo hace en nombre del amor que siente por el otro o la otra. Al devolverle el daño minimizado le está diciendo “amor mío, me has hecho un daño y te lo devuelvo para mantener el equilibrio, pero, como te amo, el daño que te causo será mucho menor al que tú me provocaste”. Entonces la pareja recibe de regreso un daño menor al que provocó en un principio y se ve obligado a “devolver” todavía un daño mucho menor, así en un círculo virtuoso hacia el menos hasta que se diluya completamente la lesión emocional.

Algunas personas podrán asegurar que esto es imposible de hacer, no obstante, en mi vida personal mi esposa y yo lo practicamos y nos ha funcionado todos estos años; también les comparto que los consultantes que acuden a tiempo a terapia han salvado su matrimonio al conocer y practicar el orden y la reciprocidad en sus relaciones.

8 Características de las parejas que viven en plenitud.

1.- Trabajan los dos en su proceso personal. Saben perfectamente que hay puntos ciegos en nuestra personalidad que no vemos, y no es porque no queremos, sino porque están en la trastienda de nuestra psique. Acuden con regularidad a terapia individual antes de que las arenas movedizas de la desolación les lleguen al cuello.

2.- Le dan prioridad a su relación de pareja antes que a sus sistemas de origen. Tienen muy claro que familia es la que formas con tu pareja y tus hijos; tus padres y hermanos son tus familiares y están en segundo plano en tus prioridades emocionales y materiales.

3.- Le dan prioridad a su relación de pareja frente a sus hijos; están conscientes de que primero fueron pareja y luego padres; la ganancia para la seguridad psicológica de sus hijos en invaluable.

4.- Si uno de los dos ya tenía hijos con otra persona, el otro asiente con humildad a que primero está el hijo de su pareja y después el.

5.- Aceptan con que todos los conflictos son responsabilidad de ambos en un 50% cada uno y lo asumen con responsabilidad.

6.- Mantienen el equilibrio haciendo depósitos diarios en la cuenta emocional de la pareja dándose un espacio durante el día para el intercambio de “regalos” emocionales (abrazos, caricias, piropos, halagos, etc…)

7.- Cuando hay un daño no entran en una guerra sin cuartel lanzando bombas atómicas que aniquilan la relación, por el contrario, responsablemente devuelven el daño minimizado hasta que éste termina por diluirse.

8.- Evitan abusar de ellos mismos y de los demás, manejándose con honestidad. Son muy cuidadosos en no quitarle nada a su pareja ni a nadie (dinero, tiempo, pertenencias, ilusiones, sueños, autoestima, etc.)

Mantener el orden y el equilibrio en el dar y el tomar nos asegura relaciones más armoniosas por el bien de la vida en familia y de nuestra sociedad.

Más información en (477) 7174282; consultorio@centroconstela.com y en www.centroconstela.com

Gabriel de Velasco Vázquez y Valenzuela es psicoterapeuta corporal con especialización en terapia sistémica (Constelaciones Familiares) y Coaching Organizacional. Articulista, conferencista y consultor empresarial.

La sobreprotección de los hijos

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Por: Gabriel de Velasco Vázquez y Valenzuela, Psicoterapeuta.



Cuántas veces no hemos escuchado en los noticiarios o leído en los periódicos que un joven de 17 años o menos se mató a bordo de su automóvil último modelo en la carretera o en una de las principales avenidas de la ciudad.

Este tipo de noticias nos llevan a la reflexión obligada del porqué si se les da todo a los hijos, ellos no corresponden de la misma forma con sus padres, con buenas calificaciones, conducta intachable y moral ejemplar. De pronto se torna contradictorio lo que sucede con niños y jóvenes que nacen y crecen en un ambiente donde aparentemente no les hace falta nada. Acuden a colegios con cuotas de cinco estrellas, cuentan con un exclusivo guardarropa digno de un actor de telenovela, poseen una cuenta en el banco de la que pueden disponer en todo momento y un auto, que en el peor de los casos es el que mamá dejó de usar para cambiarlo por el del año en curso.

En un escenario conservador, este joven del que hablamos es el mismo a quien se le puede observar de jueves a sábado en los antros, tugurios y after hours bebiendo cantidades industriales de alcohol y asesinando sus neuronas con cigarros de cajetilla roja, blanca, verde, azul o hasta dorada.

Sin pretender emular la moralina de Carlos Cuauhtémoc Sánchez ni parafrasear a ninguno de los merolicos de la excelencia, estos jóvenes son por demás peligrosos no sólo para la vialidad de la ciudad, sino para la conciencia de este país. Nuestra juventud se está autodestruyendo ante nuestras propias narices y nadie hace absolutamente nada.

 

La raíz de este problema es la creciente sobre protección de los niños y jóvenes en el seno familiar, la cual es tan grave como el maltrato infantil. Ambas crían a los futuros adultos que no tendrán contacto con la realidad.

 

Oscar Wilde escribió alguna vez: Con las mejores intenciones se obtienen, la mayoría de las veces, los peores efectos. Y para ilustrar esta frase les compartiré el caso de un paciente que estaba buscando por todos los medios poder tener acceso a la herencia de su padre antes de que éste muriera. El joven sentía que tenía el derecho de cobrar este capital por la sencilla razón de ser hijo de un millonario.

 

A este grado de confusión puede llegar un individuo que en su desarrollo vivió la sobre protección, donde no había responsabilidades ni proyectos personales. Por lo tanto les suena fuera de lugar la frase de: Gánate aquello que quieres gastar.



Muchos lectores seguramente responderían que el dar tanto amor no puede hacer mas que bien, sin embargo, por la experiencia en el consultorio yo les respondería que son incontables los casos en los que el amor incondicional, la falta de límites y la ayuda innecesaria produce muchos más daños que beneficios al niño y al adolescente.

 

Hace dos décadas comenzó una moda literaria con textos en los que se alertaba a los padres a evitar toda clase de regaños y nalgadas a los hijos ya que esto provocaría un trauma irreversible en los pequeños, a quienes en su edad adulta convertiría en seres inseguros, mediocres y limitados.

 

Esta propagada actitud benévola en la relación entre padres e hijos puede conducir a resultados totalmente opuestos; jovencitas menores de edad que fingen ir a una excursión de amigas o a una pijamada, para escaparse con un amigo hoy llamado free a un hotel de paso. O adolescentes varones que se les hace fácil portar un arma de fuego.

 

Aunque estas manifestaciones conductuales en los jóvenes también suelen presentarse bajo el modelo del maltrato físico en la familia, el tema que nos aqueja en esta ocasión es el de las consecuencias de la sobreprotección, que cada vez es más grave no sólo en los círculos más adinerados, sino también en la clase media y baja, aunque en menor grado.





El hecho de que este fenómeno se presente con mayor regularidad en familias de mayores recursos económicos e intelectuales se debe a la creciente cifra de hijos únicos que viven bajo estas condiciones. A esto hay que sumarle la gran cantidad de hijos de madres solteras que son criados por abuelos y tíos bajo un ambiente de sobreprotección.





No hay que dejar de lado otra realidad: cada vez son más los adultos jóvenes de 24 a 30 años que viven con sus padres a pesar de ser económicamente autosuficientes. Ellos no abandonan la comodidad del hogar original por miedo a la responsabilidad, como Peter Pan, el niño que no quería crecer. La gran mayoría de ellos argumenta: Para qué irme a vivir solo..., Mi mamá me mima..., ella me lava, me plancha, me cocina; además mi papá me resuelve todos mis problemas.



Por otro lado existe un gran sentimiento de apego de parte de los padres que nunca antepusieron su relación de pareja y dejaron de serlo para convertirse en los eternos papás de niños a los que no quieren ver crecer: Mi hijo tiene 28 años, pero está con nosotros porque sabe que siempre lo apoyaremos en todo, por eso somos sus papás.



Trampa tras trampa, creando seres que no han probado sus recursos emocionales, que sin sus padres no pueden tomar una sola decisión, que no han salido del cascarón y que desconocen las consecuencias de sus actos.





Qué hacer? 8 Pasos.



1.- Ante todo, predique con el ejemplo. Decimos más con nuestros actos que con nuestros sermones. Cero rollos.



2.- No vea a sus hijos como su propiedad. Recuerde que son prestados.



3.- Enséñele que todos los actos en la vida tienen una consecuencia irremediablemente, tarde o temprano.



4.- Permítale al adolescente que se enfrente a sus problemas él solo.



5.- Permítale a su hijo que se equivoque y que ponga a prueba sus recursos.



6.- Supervíselo a distancia sin sobreproteger.



7.- Cuando el adolescente se equivoque déjelo que se levante solo y que asuma las consecuencias de sus actos con responsabilidad, eso lo va a fortalecer.



8.- Enséñele que todas las cosas tienen un costo y hay que ganárselas.







Sólo así formaremos a los hombres y las mujeres emocionalmente sanos que tanto necesita este país.







Más información en (477) 7174282; consultorio@centroconstela.com y en www.centroconstela.com







Gabriel de Velasco Vázquez y Valenzuela es psicoterapeuta corporal con especialización en terapia sistémica (Constelaciones Familiares) y Coaching Organizacional. Articulista, conferencista y consultor empresarial.





La Salud Mental

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Cortesia de: Gabriel de Velasco Vázquez y Valenzuela, Psicoterapeuta.

Mente sana en cuerpo sano. ¿Qué estás dispuesto a hacer para lograr este equilibrio?

En esta ocasión hablaremos de qué manera el miedo, la culpa, el stress, los celos y la depresión, se convierten en mudos verdugos del crecimiento humano, y de esta forma despertar la inquietud de los lectores por aprender a reconocer la existencia de estas emociones y trascenderlas para una vida más consciente y más libre.

El hacer ejercicio con devoción y mantener una dieta equilibrada es muy importante, pero no es suficiente para una vida más sana. Es necesario revisar el tipo de relaciones y vínculos que mantenemos con nuestros seres queridos; démosle mantenimiento a nuestras emociones. Nuestro espíritu nos lo agradecerá.

En el marco del mes del niño, hablaremos de la importancia de la niñez en el desarrollo humano. Seas o no padre de familia, esta información te resultará muy útil para entender este maravilloso proceso.

Uno de los aspectos más importantes del desarrollo humano es la forma en que el niño aprende a relacionarse con otros individuos. Influyen las emociones, el ambiente y las habilidades que el niño va desarrollando en sus primeros 2 ó 3 años de vida, en los que el niño depende totalmente del contacto con sus padres.

Posteriormente comienzan a formarse otras relaciones: con hermanos, compañeros de juegos y personas ajenas al círculo familiar. Después, el mundo social se expande aún más cuando el niño comienza a asistir a la escuela y establece un número y diversidad cada vez mayor de relaciones sociales. Todas ellas sobre la base del primer vínculo con los padres.

En la medida en que los padres satisfacen o no las necesidades de afecto, el niño empezará a formarse emocionalmente, lo cual determinará este vínculo primario y todos los vínculos que forme el individuo en el futuro.

Imagínate a tu cerebro como si fuese una computadora. Cuando naciste, el disco duro estaba prácticamente virgen. Tus padres fueron los primeros “programadores” de este disco. El “software” que le fueron cargando hasta los 6 años de vida, es con el que actúas, sientes y te relacionas día con día.

Los seres humanos sentimos el afecto o el no afecto desde que estamos en el vientre materno. Registramos todas y cada una de las emociones de la madre. A partir de ese momento y hasta los 6 años de vida, definimos nuestro carácter de acuerdo con el “software” que nuestros padres nos cargaron. Por ejemplo, al no sentir afecto, se van generando ansiedades y fantasías que de alguna manera se manifestarán en la persona, ya sea en su conducta, en sus emociones o en su cuerpo.

Las personas que somos emocionalmente, en gran medida, es consecuencia de lo que aprendimos durante esos primeros 6 años.

Hablemos ahora de ese invisible lastre que vamos cargando día a con día. Me refiero al costal lleno de expectativas. Conforme va creciendo el niño, los padres le van atribuyendo expectativas, por ejemplo: “Cuando seas grande serás médico, te casarás con una mujer rubia y tus hijos serán hermosos...”

El niño aprende poco a poco a responder a las expectativas de los padres, empezando por actuar cosas muy sencillas como aplaudir o cantar frente a sus familiares, comerse todo lo que mamá le da, avisar a muy temprana edad cuando siente el impuso de orinar o defecar, etc. El niño aprende que la forma en que puede satisfacer su necesidad de afecto es haciendo lo que los demás esperan de él.

El niño siente la amenaza de perder el afecto de los padres si no hace lo que le dicen. Entonces aprende a renunciar a sí mismo haciendo todo lo posible por cumplir con las expectativas de los padres.

De esta manera establecerá sus vínculos durante toda la vida, renunciando a ser él mismo para evitar que le retiren el afecto sus padres, amigos y pareja. No obstante, por ejemplo, en el caso de la pareja, este intento por retenerla de manera artificial será en vano porque llegará el día en que esta máscara se rompa, dando lugar a una crisis en él mismo y en su relación.

Otra forma de herir al niño es dándole absolutamente todo lo que quiere. Por ejemplo frases como: “No le des sólo un dulce, dale toda la bolsa...”, “Si no quieres ir a la escuela no te llevaré”.

Todos los extremos tienen consecuencias negativas. Darle a un niño todo lo que desea provocará una distorsión de su criterio de realidad. El individuo que fue educado sin límites tendrá problemas con su libertad, ya que aprendió que no hay necesidad de hacer ningún esfuerzo por conseguir lo que quiere.

Debe haber cierto grado de frustración en el niño, para que conozca que la vida tiene su complicación, de esta manera, tendrá los pies en la tierra y en su momento estará preparado para valerse por sí mismo.

Poner límites al niño, le dará armas potentes para evitar caer en la promiscuidad y los vicios en su edad adulta. Sabrá ponerse límites a sí mismo con auto-respeto y amor.

De hecho, el fondo de las adicciones es la inconsistencia que los padres le dieron al individuo en su infancia. Me refiero a la inconsistencia para ponerle límites. Por ejemplo, la madre que prohíbe a su hijo de 5 años ver la televisión después de cierta hora del día y que a la semana siguiente lo sienta frente al televisor a la misma hora, le está dando el mensaje al niño de que siempre se saldrá con la suya.

La misión de los padres al formar emocionalmente a sus hijos es ponerles límites, frustrarlos amorosamente. Esto último no suena muy popular, sin embargo, no puede ser de otra manera.

Lo único útil para el desarrollo del niño es que sus padres se sacudan el egoísmo y la culpa; respetarlo, permanecer en su centro emocional, apoyarlo y ponerle límites para que sea libre y responsable de sus decisiones.

Contactemos con nuestros corazones y reflexionemos sobre el tipo de relación que tenemos con todos los niños que están a nuestro alrededor. El ejemplo de una vida sana es el mejor discurso que les podemos dar.

Cinco sencillos pasos:

1.- Practica el respeto. No se trata sólo de no hacerle al niño lo que no te gustaría que te hagan, además es de vital importancia que te preguntes: Esto que le voy a decir o a hacer al niño ¿abona a su desarrollo emocional e intelectual?

2.- No le des al niño todo lo que te pide. Dale lo que realmente necesita.

3.- Ponle límites. Frústralo con amor; esto le ayudará a fortalecer su percepción de la realidad.

4.- No pierdas autoridad. Pretender ser “amigo” del hijo sólo confunde al niño en su manera de entender las jerarquías.

5.- No recargues en él tus frustraciones. Deja que descubra sus propios gustos (deportes, música, actividades recreativas); escúchalo y entiende sus necesidades.

Más información en (477) 7174282; consultorio@centroconstela.com y en www.centroconstela.com

Gabriel de Velasco Vázquez y Valenzuela es psicoterapeuta corporal con especialización en terapia sistémica (Constelaciones Familiares) y Coaching Organizacional. Articulista, conferencista y consultor empresarial

El Conflicto al servicio..

miércoles, 12 de mayo de 2010 0 comentarios
Aunque en ocasiones sintamos que el conflicto es muy grande, que no existe salida y se nos haga intolerable la confrontación. Es bueno ampliar la mirada, eso que no quisimos ver se nos está mostrando y gracias a ese conflicto, a esa confrontación y a esa resistencia crecemos como patria y como ciudadanos. Sin resistencia nada vivo ni humano puede realmente desarrollarse. Gracias a ese conflicto y a esa confrontación podremos ver lo que no éramos capaces de ver y podremos mirarnos a nosotros mismos y ver realmente lo que somos y lo en realidad somos capaces de hacer y de lograr

Nada puedo hacer por el que amo.

martes, 11 de mayo de 2010 0 comentarios
Cada encuentro con las constelaciones lleva consigo un mensaje. Un mensaje común que sobresale de los casos particulares, quizás sea producto del mismo campo o de algo más grande, no lo sé; pero casualmente siempre pareciera haber un mensaje preponderante que se puede mirar si uno se aleja un poco más.


Este sábado 8 de mayo tuve el privilegio de apoyar a Raiza en uno de sus talleres. Trabajamos parcialmente "Constelaciones Estructurales" manejando varios casos concretos e individuales. En total 4 o 5 casos diferentes en apariencia, pero con un mensaje común... "Nada puedo hacer por el que amo.... solo amarlo".

En la vida deseamos demostrar nuestro amor de muchas formas, una de esas formas es "hacer algo" por aquellos que amamos, "algo" que creemos les hará más felices o les facilite su propia vida; sin embargo es poco lo que podemos hacer y quizás el amor lejos de ser una interferencia en la vida del otro, se acerca más al respeto, a la aceptación del otro y de su propio destino, un poco parecido a como hace Dios con nosotros.

YO SOY MEJOR QUE MI MAMA.

viernes, 7 de mayo de 2010 0 comentarios



La realización y el éxito en la vida… tienen que ver con la realización y el éxito de respetar y honrar a la madre. Cuando por equivocación en nuestro corazón juzgamos a nuestra madre, criticándola, desvalorizándola, subvalorándola o esperando algo diferente a lo que es, estamos colocándonos en el lugar incorrecto, nos creemos mejores.

Cuando pensamos que nuestra madre no es capaz, no puede y trato de hacerlo por ella, también me estoy colocando en el lugar incorrecto, nos creemos más grandes.

Desde ese lugar, el incorrecto, se cree sentir tristeza, rabia, inconformidad, pero en realidad se siente el peso del desorden y el muy profundo deseo de decir: me haces falta… te amo.

Ningún hijo y todos lo somos, sin excepción, puede realizarse y ser feliz desde ese lugar incorrecto. Ese “me haces falta” se traduce en una búsqueda incesante de amor que solo se llena con el de MAMA.

Eso que necesitamos de MAMA ya nos fue dado, en forma perfecta, se nos dio la vida y eso es lo único esencial, lo único importante y lo único que debemos mirar. Desde ese lugar el lugar correcto sientes la fuerza y la satisfacción de sentir ERES LA MEJOR MAMA QUE PUDE TENER y todo lo demás viene por añadidura.

… de la vida real.

Daphne

Tomar a los Padres.

lunes, 3 de mayo de 2010 0 comentarios

Esto forma parte de un libro llamado: "Un largo camino: diálogos sobre el destino, la reconciliación y la felicidad", donde Gabriele Ten Hövel entrevista a Bert Hellinger (Ed. Tamara Lempik, Argentina).
Y yo lo tome del Blog de: Karina Malpica a quien le agradezco, puedes consultar su Blog en: http://karina-malpica.blogspot.com/2008/12/tomar-los-padres.html

Pregunta de la entrevistadora: Cuando usted habla de tomar al padre y a la madre para ser feliz, ¿a qué se refiere con eso? ¿A quién exactamente debo tomar? ¿A la madre que me abandonó, al padre que golpea a la madre? Estoy imaginando una alcohólica totalmente descuidada, que jamás se ocupó de su hija. ¿A quién debo tomar? ¿A la madre ideal, tal como podría ser? ¿A aquella faceta de la madre que viví como bella y nutriente?

Respuesta de Bert Hellinger: Yo tomo a la madre y al padre como personas - esta es una importante diferenciación; no tomo lo que me dan o me niegan. Esto aquí no interesa. Es a la persona a la que yo estoy tomando. Tomando a la persona, tendré su plenitud en mí.



Pregunta: ¿No es esta una idealización colosal de lo maternal y lo paternal?

Respuesta: Yo afirmo que en el 80 % de las personas que asisten a constelaciones está perturbado el vínculo con los padres y que la terapia propiamente hecha, une a los hijos con sus padres.



Pregunta: ¿Qué sucede si no se logra esta unión?

Respuesta: Que la persona está perdida y tampoco podrá sostener ninguna relación duradera.



Pregunta: La mayoría de las personas se lamentan todo lo que de pequeños se han perdido y no han podido obtener. Hasta llegan a amargarse. ¿Qué consecuencias puede tener esto?

Respuesta: Todo lo que yo lamento, lo estoy excluyendo. Todo lo que acuso, lo estoy excluyendo. A cada persona que despierta mi enojo, la estoy excluyendo. Cada situación en la que me siento culpable, la estoy excluyendo. Y yo estoy empobrecido cada vez más.



El camino inverso sería: Todo lo que yo lamento, lo miro y digo: Sí, así fue y lo incorporo en mí con todo el desafío que representa para mí. Yo digo: Haré algo contigo. Ahora te tomo como una fuente de fuerza, sea como fuere.



Miro todo por lo que yo haya acusado a alguien y digo: Sí. Miro a mi alrededor, para ver cómo obtengo de otro modo aquello que me perdí y miro la fuerza que tengo para lograrlo yo mismo, sin que se lo pida a otro. Después incorporo la situación en mí y ella se transforma en fuerza. Lo mismo es válido para las culpas personales, que todos queremos negar y echar. Las miro y digo: Sí. Las culpas tienen consecuencias y yo consiento esas consecuencias, transformándolas en algo. Las culpas se transforman en fuerza y, de esta manera, también crezco.



Es decir, que el movimiento básico es siempre el mismo: en lugar de excluir, incorporar. Al respecto hay una observación sorprendente. Cuando incorporo lo que había rechazado o lo que es doloroso, lo que me genera culpa o por lo que me siento injustamente tratado, lo que fuese... no todo cabe en mí cuando lo incorporo. Hay algo que permanece fuera. Al consentir plenamente, lo que se internaliza en mí es sólo la fuerza. Lo demás simplemente queda fuera y no me infecta. Al contrario, me desinfecta, purifica. La escoria queda fuera y las brazas penetran en el corazón.



Pregunta: ¿Qué obstaculiza la acción de tomar?

Respuesta: Que yo no soporte lo que les pesa a los padres y quiera ayudarles desde niño y me inmiscuya, elevándome por encima de ellos y poniéndome en el lugar del abuelo o lo abuela pretendiendo cuidarlos y solucionarles sus problemas. Aquí sería pertinente el mismo ejercicio, mirando yo a mis padres con todo lo que les pasa, con su enredo, con sus pérdidas, con su adicción, su enfermedad. Advierto lo que para mis padres todo esto significa en materia de fuerza, cuando ellos asienten a todo tal cual es. Así como lo hice anteriormente conmigo, cuando lo incorporé en mí, yo veo: ¿Qué pasaría si yo lo hiciera en su lugar?

De este modo puedo imaginarme a mis padres consintiendo lo que les pesa; les pertenece tanto como sus enredos. Yo veo sus enredos desde una distancia y desde abajo, como un niño, desde mi posición de hijo. Entonces mis padres siguen siendo plenamente mis padres. No necesito hacerme cargo de nada de2 lo que les pertenece exclusivamente a ellos. Eso queda fuera de mí porque les pertenece a mis padres.



Pregunta: ¿Eso hace feliz?

Respuesta: La felicidad nos es obsequiada. La felicidad siempre proviene de una relación y la pregunta es: ¿De qué modo nos relacionamos para ser felices? Somos felices si nos alegramos de una relación. Ninguna relación posterior resultará, si la anterior no resultó. Toda relación comienza con la madre. La mayoría de los problemas se producen si hay algo que no resultó pleno. La alegría comienza con la madre. La mayor felicidad para un niño es la de estar con la madre; es la felicidad primaria. Naturalmente más adelante deberá estar con otras personas. Pero no importa. Se puede llevar consigo la felicidad primaria. Después habrá más distancia, pero lo sustancial fue mirar a la madre a los ojos y decir: "Sí, me alegra que seas mi madre".



Pregunta: ¿Y el padre?

Respuesta: El padre se agrega, claro está. Pero la felicidad se inicia con la madre. Padre y madre no están aquí en el mismo plano. La madre viene primero y después el padre.



Muchos problemas con los niños también se producen porque no pueden acceder al padre. Solamente la madre puede abrir el camino al padre, con lo cual tiene un poder tremendo. Pero nadie más puede franquear el camino al padre.



Pregunta: No lo entiendo, ¿qué quiere decir con eso?

Respuesta: Que en el niño la madre ama al padre, tal como lo hiciera originariamente. Su frase sería entonces: "Me alegro que seas como él". El niño sabe entonces: ella se alegra cuando voy hacia mi padre. Esto al niño le abre el camino y él gana una fuerza especial. Y ante todo, amará mucho más a su madre que antes.



Pregunta: Es decir que el punto de giro y el pivote es la relación con la madre y excediendo la misma -aún estando separados los padres- su relación amable con el hombre. Hay muchas mujeres que después del divorcio les dicen a sus hijos, o al menos lo piensan, más bien menospreciando: "Por Dios, eres como tu padre". Esto quiere decir que somos las mujeres las que más nos podemos equivocar.

Respuesta: Quisiera formularlo de otra forma: las mujeres tienen las mayores oportunidades.



Pregunta: ¿Por qué honra usted tanto a las madres; es parte de su pasado católico?

Respuesta: Yo honro a las madres a partir de un juicio filosófico. Yo reparo en lo que significa ser una madre. Todas las madres han hecho lo decisivo de una manera perfecta. No existe mujer alguna que haya sido madre y no lo hiciera a la perfección. De lo contrario no hubiese sido madre. Es decir, en lo determinante todas ellas son perfectas. Lo que viene después juega un papel subordinado. Es tan claro, pero se requiere aquí amplitud de pensamiento, para focalizar la vista en lo esencial. Lo más grandioso que existe es naturalmente la vida. En la práctica terapéutica muchas veces esto se olvida. Tal vez el niño recibió una bofetada de la madre y esto se recuerda y se elabora, pero se deja de lado que recibió la vida en su plenitud por parte de la madre. Ninguna madre pudo quitar algo de la vida y ninguna pudo sumarle algo. Ninguna fue mejor o peor. Como madres, todas las madres han sido perfectas. Es un bello pensamiento. Quien puede alegrarse de su madre, gana.



Pregunta: ¿Esta es su receta para la felicidad?

Respuesta: Si usted así lo quiere. Es el modo en que se nos presenta la plenitud de la vida y la felicidad. Es la base de toda felicidad posterior. Es también la base del amor por la naturaleza. Por así decirlo, la naturaleza es la gran madre.



El niño pequeño permite que todo penetre en su alma. Allí no hay resistencias. Recién después se presentan las resistencias.



Ahora bien, respecto de la felicidad hice una importante observación en mí mismo. Cuando incorporo a mi madre o a mi padre completamente en mí, sin objeción alguna -"Tú eres mi madre, así te tomo", "Tú eres mi padre, así te tomo"- entonces se instala toda la plenitud de los padres en mi alma. Yo no incorporo algo de mis padres en mí, sino que incorporo a mis padres en mí, con todo lo que con ellos viene. Y lo que yo pensaba que no era bueno, queda fuera - es muy sorprendente. Con la persona entra solamente lo bueno de ella - nada más.



Pregunta: Usted exige mucho a las personas.

Respuesta: Esto es el amor. El amor verdadero

La Autoestima: Virginia Satir

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Yo soy yo


En todo el mundo, no hay nadie exactamente como yo. Hay personas que tienen algunas partes que se parecen a mí, pero nadie es idéntico a mí, por lo tanto, todo lo que sale de mí es auténticamente mío porque yo sola lo elegí.

Todo lo mío me pertenece –cuerpo, incluyendo todo lo que este hace; mi mente, incluyendo todos sus pensamientos e ideas; mis ojos, incluyendo las imágenes que perciben; mis sentimientos, cualesquiera que éstos puedan ser- coraje, alegría, frustración, amor, desilusión, excitación; mi boca, y todas las palabras que salgan de ella, agradables, dulces o bruscas, justas o injustas; mi voz, fuerte o suave; y todos mis actos, sean éstos para otros o para mí misma.

Me pertenecen mis fantasías, mis sueños, mis esperanzas, mis temores. Me pertenecen todos mis triunfos y éxitos, todos mis fracasos y errores. Porque todo lo mío me pertenece puedo llegar a familiarizarme íntimamente conmigo misma. Y al hacer esto puedo amarme y aceptarme, y aceptar todas las partes de mi cuerpo.

Entonces puedo hacer posible que todo lo que me pertenece trabaje para lograr lo mejor para mí. Sé que hay aspectos de mí misma que me confunden, y otros que que no conozco. Pero mientras me conozca y me ame puedo buscar valerosamente y con esperanza la solución a mis confusiones y la forma de conocerme más. La forma como luzca, como suene para los demás, lo que diga o haga, lo que piense y sienta en un momento determinado, soy yo. Esto es auténtico y representa donde estoy en este momento.

Cuando más adelante analice cómo lucía y sonaba, lo que dije e hice, y cómo pensé y sentí, algo parecerá no encajar.

Puedo descartar lo que parece no encajar, y conservar lo que si encajó, e idear algo nuevo para reemplazar lo que descarté. Puedo ver, oír, sentir, pensar, hablar y actuar. Tengo los instrumentos para sobrevivir, para acercarme a los demás, para ser productiva y para hacer sentido y sacar del mundo a las personas y cosas ajenas a mí. Me pertenezco y por lo tanto puedo manejarme. Yo soy yo Y yo estoy bien

El tema de este poema es lo que yo llamo autoestima” (VIRGINIA SATIR, En contacto Intimo, 1994, páginas 16 – 18)