La Salud Mental

jueves, 13 de mayo de 2010
Cortesia de: Gabriel de Velasco Vázquez y Valenzuela, Psicoterapeuta.

Mente sana en cuerpo sano. ¿Qué estás dispuesto a hacer para lograr este equilibrio?

En esta ocasión hablaremos de qué manera el miedo, la culpa, el stress, los celos y la depresión, se convierten en mudos verdugos del crecimiento humano, y de esta forma despertar la inquietud de los lectores por aprender a reconocer la existencia de estas emociones y trascenderlas para una vida más consciente y más libre.

El hacer ejercicio con devoción y mantener una dieta equilibrada es muy importante, pero no es suficiente para una vida más sana. Es necesario revisar el tipo de relaciones y vínculos que mantenemos con nuestros seres queridos; démosle mantenimiento a nuestras emociones. Nuestro espíritu nos lo agradecerá.

En el marco del mes del niño, hablaremos de la importancia de la niñez en el desarrollo humano. Seas o no padre de familia, esta información te resultará muy útil para entender este maravilloso proceso.

Uno de los aspectos más importantes del desarrollo humano es la forma en que el niño aprende a relacionarse con otros individuos. Influyen las emociones, el ambiente y las habilidades que el niño va desarrollando en sus primeros 2 ó 3 años de vida, en los que el niño depende totalmente del contacto con sus padres.

Posteriormente comienzan a formarse otras relaciones: con hermanos, compañeros de juegos y personas ajenas al círculo familiar. Después, el mundo social se expande aún más cuando el niño comienza a asistir a la escuela y establece un número y diversidad cada vez mayor de relaciones sociales. Todas ellas sobre la base del primer vínculo con los padres.

En la medida en que los padres satisfacen o no las necesidades de afecto, el niño empezará a formarse emocionalmente, lo cual determinará este vínculo primario y todos los vínculos que forme el individuo en el futuro.

Imagínate a tu cerebro como si fuese una computadora. Cuando naciste, el disco duro estaba prácticamente virgen. Tus padres fueron los primeros “programadores” de este disco. El “software” que le fueron cargando hasta los 6 años de vida, es con el que actúas, sientes y te relacionas día con día.

Los seres humanos sentimos el afecto o el no afecto desde que estamos en el vientre materno. Registramos todas y cada una de las emociones de la madre. A partir de ese momento y hasta los 6 años de vida, definimos nuestro carácter de acuerdo con el “software” que nuestros padres nos cargaron. Por ejemplo, al no sentir afecto, se van generando ansiedades y fantasías que de alguna manera se manifestarán en la persona, ya sea en su conducta, en sus emociones o en su cuerpo.

Las personas que somos emocionalmente, en gran medida, es consecuencia de lo que aprendimos durante esos primeros 6 años.

Hablemos ahora de ese invisible lastre que vamos cargando día a con día. Me refiero al costal lleno de expectativas. Conforme va creciendo el niño, los padres le van atribuyendo expectativas, por ejemplo: “Cuando seas grande serás médico, te casarás con una mujer rubia y tus hijos serán hermosos...”

El niño aprende poco a poco a responder a las expectativas de los padres, empezando por actuar cosas muy sencillas como aplaudir o cantar frente a sus familiares, comerse todo lo que mamá le da, avisar a muy temprana edad cuando siente el impuso de orinar o defecar, etc. El niño aprende que la forma en que puede satisfacer su necesidad de afecto es haciendo lo que los demás esperan de él.

El niño siente la amenaza de perder el afecto de los padres si no hace lo que le dicen. Entonces aprende a renunciar a sí mismo haciendo todo lo posible por cumplir con las expectativas de los padres.

De esta manera establecerá sus vínculos durante toda la vida, renunciando a ser él mismo para evitar que le retiren el afecto sus padres, amigos y pareja. No obstante, por ejemplo, en el caso de la pareja, este intento por retenerla de manera artificial será en vano porque llegará el día en que esta máscara se rompa, dando lugar a una crisis en él mismo y en su relación.

Otra forma de herir al niño es dándole absolutamente todo lo que quiere. Por ejemplo frases como: “No le des sólo un dulce, dale toda la bolsa...”, “Si no quieres ir a la escuela no te llevaré”.

Todos los extremos tienen consecuencias negativas. Darle a un niño todo lo que desea provocará una distorsión de su criterio de realidad. El individuo que fue educado sin límites tendrá problemas con su libertad, ya que aprendió que no hay necesidad de hacer ningún esfuerzo por conseguir lo que quiere.

Debe haber cierto grado de frustración en el niño, para que conozca que la vida tiene su complicación, de esta manera, tendrá los pies en la tierra y en su momento estará preparado para valerse por sí mismo.

Poner límites al niño, le dará armas potentes para evitar caer en la promiscuidad y los vicios en su edad adulta. Sabrá ponerse límites a sí mismo con auto-respeto y amor.

De hecho, el fondo de las adicciones es la inconsistencia que los padres le dieron al individuo en su infancia. Me refiero a la inconsistencia para ponerle límites. Por ejemplo, la madre que prohíbe a su hijo de 5 años ver la televisión después de cierta hora del día y que a la semana siguiente lo sienta frente al televisor a la misma hora, le está dando el mensaje al niño de que siempre se saldrá con la suya.

La misión de los padres al formar emocionalmente a sus hijos es ponerles límites, frustrarlos amorosamente. Esto último no suena muy popular, sin embargo, no puede ser de otra manera.

Lo único útil para el desarrollo del niño es que sus padres se sacudan el egoísmo y la culpa; respetarlo, permanecer en su centro emocional, apoyarlo y ponerle límites para que sea libre y responsable de sus decisiones.

Contactemos con nuestros corazones y reflexionemos sobre el tipo de relación que tenemos con todos los niños que están a nuestro alrededor. El ejemplo de una vida sana es el mejor discurso que les podemos dar.

Cinco sencillos pasos:

1.- Practica el respeto. No se trata sólo de no hacerle al niño lo que no te gustaría que te hagan, además es de vital importancia que te preguntes: Esto que le voy a decir o a hacer al niño ¿abona a su desarrollo emocional e intelectual?

2.- No le des al niño todo lo que te pide. Dale lo que realmente necesita.

3.- Ponle límites. Frústralo con amor; esto le ayudará a fortalecer su percepción de la realidad.

4.- No pierdas autoridad. Pretender ser “amigo” del hijo sólo confunde al niño en su manera de entender las jerarquías.

5.- No recargues en él tus frustraciones. Deja que descubra sus propios gustos (deportes, música, actividades recreativas); escúchalo y entiende sus necesidades.

Más información en (477) 7174282; consultorio@centroconstela.com y en www.centroconstela.com

Gabriel de Velasco Vázquez y Valenzuela es psicoterapeuta corporal con especialización en terapia sistémica (Constelaciones Familiares) y Coaching Organizacional. Articulista, conferencista y consultor empresarial

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