El sufrimiento, el destino y la libertad

martes, 25 de mayo de 2010
Cómo aceptar que la vida sea digna de ser vivida, a pesar de todo lo adverso que hay en ella, es el tema central del existencialismo. Víktor Frankl afirma que vivir es aceptar con dignidad el desafío que plantea la vida, con su carga de adversidad, y sobrevivir es hallar el sentido de ese sufrimiento.

¿Qué es el hombre, entonces? El ser humano es alguien inevitablemente afectado por su entorno. Sin embargo, el hombre tiene una cierta capacidad de elección, ya que puede conservar un vestigio de libertad espiritual, de independencia mental, incluso cuando se encuentra en circunstancias terribles de tensión psíquica y física. Al hombre se le puede arrebatar todo, salvo una cosa: la última de las libertades humanas, la elección de la actitud personal ante un conjunto de circunstancias para decidir su propio camino.

Aun cuando parezca que las circunstancias son más fuertes, siempre hay ocasiones para elegir si uno va a ser o no juguete de dichas circunstancias, renunciando a la libertad y a la dignidad. Es esta libertad espiritual, que no se nos puede arrebatar lo que hace que la vida tenga sentido y propósito.

El modo en que un hombre acepta su destino y todo el sufrimiento que éste conlleva, la forma en que carga su cruz, le da muchas oportunidades —incluso bajo las peores de las adversidades— para dar a su vida un sentido más profundo. Puede conservar su valor, su dignidad, su generosidad. O bien, en la dura lucha por la supervivencia, puede olvidar su dignidad humana y ser poco más que un animal. Una situación difícil puede proporcionarle la oportunidad de hacer méritos en el camino de la superación.

En todas partes, el hombre se enfrenta a su destino y puede conseguir algo por vía del sufrimiento. Muchas veces es precisamente una situación externa excepcionalmente difícil lo que da al hombre la posibilidad de crecer espiritualmente más allá de sí mismo. La realidad cotidiana representa una oportunidad y un desafío: o bien se puede convertir la experiencia en victoria, la vida en un triunfo interno, o bien se puede ignorar el desafío y limitarse a vegetar.

¿Qué es, en definitiva, vivir? Vivir significa asumir la responsabilidad de encontrar la respuesta correcta a los problemas que se nos platean y cumplir las tareas que la vida nos asigna continuamente. "Vida" no significa algo vado, sino algo muy real y concreto, que configura el destino de cada hombre, distinto y único.

La búsqueda por parte del hombre del sentido de la vida constituye una fuerza primaria y no una racionalización secundaria de sus impulsos, de sus instintos. Sentido no es algo que nace de la propia existencia, sino algo que hace frente a la existencia.

El hombre es una criatura responsable y debe aprehender el sentido potencial de su vida. Lo que se le pide al hombre no es, como en el caso de otros filósofos existenciales, que soporte la insensatez del mundo, de la vida, sino más bien que asuma racionalmente su propia capacidad para aprehender toda la sensatez incondicional de esa vida.

Cada época tiene su propia neurosis colectiva, es cierto. El vacío existencial, neurosis masiva de este tiempo según Frankl, puede develarse como una forma privada y personal de nihilismo, que se traduce a veces en la aseveración de que todo se ha perdido o carece de significación. Es cierto también que cada ser humano es un ser finito, y su libertad está restringida. No se trata, entonces, de liberarse de las condiciones que imponen las circunstancias del mundo, se trata de tomar una postura ante esas condiciones. La libertad, en definitiva, es la capacidad de la existencia humana para elevarse por encima de esas condiciones y trascenderlas.

En definitiva, el ser humano no es una cosa más entre otras cosas: las cosas se determinan unas a otras, pero el hombre, en última instancia, es su propio determinante. Lo que llegue a ser, dentro de los límites de sus facultades y de su entorno, lo tiene que hacer por y para sí mismo. ¿Qué es el hombre, para Frankl? Es el ser que siempre decide lo que es, en medio y a pesar de, las circunstancias. Y lo aclara con una imagen de su propia experiencia: el hombre es el ser que ha inventado las cámaras de gas, pero asimismo es el ser que ha entrado en ellas con paso firme, musitando una oración



El sentido de la existencia sufriente

Comentarios sobre El hombre en busca de sentido, de Viktor Frankl (1946)



Prof. Graciela Barrosohttp://www.luventicus.org/articulos/02A017/index.html



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